Recomendación a políticos autoblindados en sus burbujas de autoprotección militante
No importa el signo político al que pertenecen. Tampoco la preparación personal. Mucho menos su nivel de liderazgo. Todos a una, como en fuenteovejuna, los políticos en campaña asesinan colectivamente la realidad con su indiferencia para encerrarse en su microclima electoral, más preocupados por aplicar los eslogancitos de circunstancia atrapavotos que de antenear el verdadero sentimiento de las personas a las cuales deberían servir.
Eso de antenear no es un tema menor. Hay técnicas de liderazgo y de percepción de humores sociales que copian de las hormigas su técnica de tocarse con sus antenas (sensores muy precisos) y, a través de ellas, recibir información sobre situaciones de peligro y cuidado de la comunidad. La información que recorre estas redes es concisa, directa y urgente.
Correcto, los humanos no somos hormigas. Tal vez porque no lo somos es que hemos perdido el instinto natural de comunicarnos directamente con el prójimo, entendiendo como tal a aquella persona individualmente considerada bajo el concepto de solidaridad humana.
A esta acepción brindada por la RAE debemos inmediatamente añadir el concepto de servicio al ciudadano, que es la razón de ser del Estado y de quienes se consagren a servirlo en sus más altos fines.
He ahí otro concepto clave bajo el cual debiera entenderse la política. Consagrarse es conferir a alguien o algo preeminencia en un ámbito determinado de actividad. Un monje consagra su existencia a su fe. Un político bien podría consagrar cinco años de su vida a servir al ciudadano con exclusión total de cualquier otra actividad, pública o privada.
Pero es muy difícil encontrar este temperamento en el criollaje bravío. Por el momento, los ocupa sólo dos puntos centrales de su agenda: 1, negociar alianzas y cuotas de poder prometiendo o exigiendo, según sea el caso, cargos prominentes de renta abundante. 2, seguir el tutorial elaborado por el asesor de marketing: adónde ir, cómo pararse para la foto, qué decir y qué callar.
Pero, ¿y el pueblo, el ciudadano? Algunos líderes creen que con llenar una plaza con seguidores del palo basta para asegurar el voto. El desafío es salir de esa burbuja de autoprotección militante y mezclarse con el pueblo raso, ese cuyo voto no tiene color, olor ni precio.
Podría llevarse una sorpresa anteneando fuera del hormiguero.
Editorial 1 de febrero de 2023.