Alejandro Sanz ha llenado el estadio Wanda Metropolitano en el inicio de una gira por grandes espacios llamada a ser la más multitudinaria de España este año.
Según la organización, el aforo completo (sin dato exacto) ha acudido a su llamada para, como en 2019, llenar la casa del Atlético de Madrid y repetir el éxito de convocatoria del «show» que Sus Satánicas Majestades ofrecieron aquí hace solo unos días ante más de 53.000 personas, aunque en el caso del madrileño algunas llevaran acampadas desde la semana pasada para ver bien cerca a su estrella.
Había ganas desde que en marzo de 2020, en medio de un «tour» por América, estalló la pandemia y el de Moratalaz (su barrio madrileño) hubo de aplazar tanto aquellos conciertos como la decena que habrían tenido lugar por estadios de España ese verano.
Ahora, dos años después, esos compromisos y algunos más se empiezan a hacer realidad por fin con un nuevo disco en el mercado, «SANZ» (2022), que ha dejado el previo «#ElDisco» (2019) en una anécdota del repertorio (solo ha sonado «Mi persona favorita»), muy generoso por otra parte con sus discos más antiguos y populares, desde el inicial «Viviendo deprisa» (1991).
De entre ellos cabe mención especial el celebérrimo «Más» (1997), el más vendido de la historia de la música en España, del que se cumplen 25 años y del que han sonado seis éxitos para regocijo de los presentes, que han celebrado especialmente «Y si fuera ella» o, claro, «Corazón Partío».
Sanz ha sido generoso también con el número de temas, casi una treintena, aunque el concierto se ha atenido a las dos horas de duración porque de muchos de ellos se han presentado apenas algunos fragmentos, a destacar casos clamorosos como el de «Amiga mía».
En línea con un álbum que apuesta por exponer su geografía vital, Sanz inicia su nuevo espectáculo con unas imágenes en las que posa desnudo y muestra los múltiple tatuajes que recorren su cuerpo, entre ellos la silueta de una rosa flamenca en plena espina dorsal y un retrato de su madre cerca del corazón.
Como una aparición angelical ha irrumpido justo después en el escenario, a las 22:50 horas y enfundado en un traje blanco para interpretar «No es lo mismo» y «Lo que fui es lo que soy» parapetado por esa banda suya que es en realidad más un escuadrón por número de integrantes y que, aunque no debería ser noticia, es ejemplo de paridad.
Lástima por la acústica del Metropolitano, que incluso a ras de césped se ha mostrado rebelde y dada a los ecos mientras iban desfilando los primeros temas, como «El alma al aire» o «Deja que te bese», muchos de ellos esbozados en popurrís, como es el caso de «Regálame la silla donde te esperé» u «Hoy llueve, hoy duele».
«Esta es nuestra noche, esta noche somos todos de Madrid, no importa de dónde vengamos. Mi padre y mi madre serían hoy de Madrid y mañana no importa si se acaba el mundo, porque hoy estamos aquí», ha proclamado justo después el cantante, que se ha referido a estos encuentros multitudinarios como su «paraíso».
Tal pie ha dado entrada a «Looking for paradise», interpretado a dúo junto a una de sus coristas mientras de fondo se proyectaba el videoclip original con Alicia Keys, evidenciando que las proyecciones del concierto no son uno de los fuertes de esta gira.
Más inspirado ha estado el arranque musical de «Mi marciana» con unos coros robotizados y un tanto alienígenas, una sorpresa en un repertorio que hasta los 40 minutos de música no ha soltado la primera canción de «SANZ», «Mares de miel», a la que poco después ha seguido la segunda, «Iba».
Entre medias el público ha reclamado el protagonismo como cantante principal de «La fuerza del corazón», que ha llegado en conjunción con «Siempre es de noche», igual que ha sucedido con «Cuando nadie me ve» o con una inexplicablemente cercenada «Amiga mía», que ha llevado el concierto a su ecuador.
La tríada conformada por «Mi persona favorita», «Labana» y «La rosa» le ha puesto son caribeño a la cita en una segunda mitad en la que el sonido ha seguido sin llegar nítido, perdiéndose muchos de los exuberantes arreglos creados para la ocasión por el artista.
A la hora y media de concierto ha llegado «Corazón Partío» y el estadio se ha convertido en una sola voz entre esas articulaciones de trompeta que pertenecen desde hace un cuarto de siglo a la historia de la música, reforzadas a continuación por una vigorosa interpretación de «Hoy que no estás».
El turno de los bises lo ha abierto en clave acústica con «Viviendo deprisa» para seguir a solas al piano con «Y ya te quería», el tema de «SANZ» compuesto por su padrino, Manuel Alejandro, y el único que ha grabado no siendo de su autoría, así como con «Lo ves».
No ha habido sitio para «Quisiera ser» en un remate para el que, con toda la banda de vuelta, se ha reservado «Mi soledad y yo», «Y si fuera ella» y, muy apropiadamente, «Ese último momento». EFE