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Alcohol y dinero

«El pueblo no tiene el gobierno que se merece sino el que se le parece» decía el francés Andre Malraux y no se alejaba de la verdad cuando en tiempos de elecciones se repite y no solo en Paraguay sino en varios piases “democráticos” donde vemos que el real poder no descansa sobre el demos sino en aquellos que compran votos para ganar elecciones. Este domingo en un nuevo encuentro de votantes con las urnas se reitera en las elecciones internas en lo que respecta a seleccionar al candidato oficial para las municipales 2021. Este año elegimos a un nuevos intendentes y concejales  que esperamos suban a sus puestos de administradores  sin manos sucias por haber comprado votos por caña y dinero cambiando lo que había mencionado Malraux, convirtiendo al representante en el que nos merecemos y no el que se nos parezca.

Esto nos obliga a cambiar la forma de ser del elector haciendo que el elegido se parezca un votante serio, y no vendido por caña y dinero asegurando la buena gestión del administrador elegido.

Sin hacer un repaso de candidatos en cada partido se espera que estos eviten el negro juego de la compra de votos por algo que no se vende y que debe ser pagado no durante una elección sino posterior a esta trabajando bien sin repetir groseros casos anteriores. Aprovecharse del ignorante o necesitado marca todo un estilo de ser

Cambiar para mejor
En estos tiempos en que la salud, tecnología y medioambiente están en la agenda social cómo temas urgentes, el ciudadano necesita respuestas efectivas y sostenibles que no terminen con la gestión del elegido sino continúe mejorando la democracia. Comprar la voluntad es excecrable.

Cómo el tiempo va cambiando el aspecto y contenido de casi todo en el mundo, incluso en elecciones espero se den importantes metamorfosis en la forma de elegir, ser elegido y real motivación del legítimo poseedor del poder, usted y yo que debemos dejar de vender nuestro voto por nada.

Para terminar una frase de Wilson Little: «casi todo se puede conservar en alcohol, excepto la salud, la felicidad y el dinero».

Por ende no todo empieza y termina en los vicios, cada voto es único y no debe ser servido por ni para nadie sino servir al jefe real de la democracia, el ciudadano.

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