La ley 5282/14 ha sido la niña bonita en todos los discursos que hemos escuchado incansablemente por parte de los representantes de tres poderes del estado desde su promulgación. También hemos escuchado la ponderación de esta política pública por parte los cooperantes internacionales, que han destinado muchos recursos y han resaltado como única “buena tarea”, que sí, es cierto, ha empezado los cimientos hacia la transparencia, pero no ha continuado con fuerza. Sería un buen momento para auditar los resultados, hasta la fecha y conocer la agenda de los que asumirán este mes.
Desde el 2015, año que entró en vigencia, algo se ha hecho, pero no lo suficiente. Todavía la resistencia es real y en muchos casos se hace poco o casi nada para que se fortalezcan las oficinas de acceso a la información desde las más altas dependencias públicas, que cuentan con posibilidades presupuestarias para impulsar la cultura la transparencia, pero se resisten en darle prioridad. Mucho menos se puede esperar de municipios que ven tan lejana la obligación de brindar este derecho a los ciudadanos. Esto porque no temen a una sanción y se aprovechan de la falta de control.
Necesitamos que la agenda de la transparencia siga fortaleciéndose, pero no solo en discursos y en estadísticas que solo quedan en lindas presentaciones. Es necesario que los que asumirán funciones puedan construir de una buena vez, en esta larga transición democrática, la verdadera confianza en nuestras instituciones.
La cultura de la transparencia llegó para quedarse y cuanto más rápido, los que deciden tomar la responsabilidad de ejercer un cargo público lo entiendan, será de vital importancia para que un nuevo país se consolide en beneficio de todos los que habitamos la república del Paraguay. Estamos a días de que tomen el mando y es una buena oportunidad de exigir que cumplan con la transparencia.