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A veces duele, pero también pasa

Duelen tanto las pérdidas y las primeras decepciones, también la vida duele a veces. Duele física y emocionalmente. La muerte también duele. Entender que ella es parte de la misma y que nos toca caminar a la par, mientras soñamos y planeamos un futuro incierto, vivimos un presente ajetreado y recordamos un pasado que fue bueno, o que deseamos olvidar.

Hoy, tuve un momento de soledad y reflexión. Pude, después de mucho, dedicarme un tiempo de silencio e introspección y dar rienda suelta a la imaginación. De regalarme entera a los rayos de sol, que hicieron sonrojar mis pálidas mejillas e iluminaron mi rostro dándome calor, en una de las mañanas más frías que he sentido desde que llegué a Paraguay. 

Recordé las grandes pérdidas que he vivido en los últimos dos años. La muerte de mi mejor amigo mexicano, el cambio de casa (una vez más), la distancia con mi familia impuesta por esta pandemia que parece no acabar y a quienes hoy, finalmente, los puedo disfrutar. ¡Cuánto dolió el no poderlos abrazar!. Dormir con la incertidumbre de qué pudiera pasar, el no tener control de la situación, ni manejo sobre la emoción, el sobre analizar, pensar, y cuestionar.

Pensé en el tiempo perdido, creyendo que la felicidad se alcanza en lugares equivocados, en personas incorrectas o en cosas materiales. Sin saber que el verdadero placer vive en la belleza de la naturaleza, esa que estoy viendo en este momento mientras escribo estas letras. Aguacates, pomelos, naranjas, mangos y limones. Una explosión de sabores al alcance de mis manos y a centímetros de mi paladar, todo en este inmenso jardín que tanto aman mis papás. 

Comprendí que la alegría, esa que llena y estimula al corazón para que lata con mayor emoción, está en las charlas de bar con amigos, en discusiones con aroma a vino tinto, en conversaciones virtuales con seres queridos o en el silencio total, donde te toca estar contigo mismo. En la mirada cómplice o el beso robado, en las palabras que se dicen bajito y muy cerca del oído, anunciando una noticia o algún deseo fortuito. En bailar hasta que el cuerpo diga basta, en la literatura que ando leyendo ahora, esa que conjuga verbos, adjetivos y sustantivos, con ingenio retorcido, y expone ideas que tocan mil emociones, que hacen que desarrolle profundas reflexiones. 

Y aunque la vida a veces duele. También está cargada de  sabores, momentos, colores e historias bonitas por escribir. Esas que nos empujan a desarrollar una sensibilidad necesaria para amar mejor, valorar profundamente y perderle, aunque sea un poquito de miedo al dolor. 

Jessica Fernández Bogado
Jessica Fernández Bogado
De un país pequeñito llamado Paraguay, viviendo en un país enorme llamado México. Hablo mucho y escribo más. TW & IG: @Jessiquilla

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