El robo a la gente, en cualquiera de sus formas, siempre es despreciable y debe ser castigado fuertemente en cualquier tipo de sociedad para evitar circunstancias similares.
El escándalo que ha surgido en los últimos días con respecto a gasolineras que roban a cada persona que carga combustible en la estación de servicio nos ha llevado a una conclusión realmente dramática.
Hay personas que reclaman que le han robado de dos a tres litros en la carga. ¿Quien tiene capacidad como para bajar y pedir que le carguen en un bidón para demostrarle que realmente funciona bien la manguera distribuidora de combustible en una estación de servicio?.
Eso no se hace generalmente, deben ser casos muy excepcionales en que eso ocurra, pero a pesar de eso que es realmente muy poco valorado desde el punto de vista de la confianza del negocio, la trasnacional Shell ha tenido que reconocer que venía robando en la carga de combustible a varias personas que acudían a sus servicentro.
Las denuncias no son solo contra ella, sino contra otras varias que podríamos llegar a concluir que si de a puchito le roban a la gente, imaginamos la cantidad de recursos que están siendo ordenados en forma de robo de forma cotidiana.
Nuestros organismo públicos encargados del control deberían ser más severos y no reaccionar cuando el daño ya está hecho, y cuando realmente lo único que buscan es controlar el tamaño del mismo. Es la hora de cuidar los recursos, cuidar entre todos y al que roba castigarlo de forma ejemplar