Cuando de niño y adolescente en la década del 90 solía ver noticieros, leer periódicos y escuchar radio y admirar el coraje de los periodistas y hoy más nunca se me cruzó por la cabeza el riesgo que corren los informadores en esa época y en la actual en varias partes del mundo por enfrentar el narcotráfico y la corrupción. . El periodismo es un oficio riesgoso sin lugar a dudas.
Ser reportero, comunicador y/o periodista significa un riesgo elevado a veces por tener que investigar y publicar historias que traten sobre narcotraficantes, políticos con poder y nexos fuertes con quienes no debería.
Desde siempre aquella persona que trabaja para hacer público temas locales o internacionales ha estado bajo riesgo hasta de perder su vida por imprimir o exponer nombres, lugares y hechos que son de interés público, no olvidemos de la historia del periodista paraguayo Santiago Leguizamón que muere en el dia del periodista en Pedro Juan Caballero a manos del narcotráfico en 1991 y otros antes de él y después de él.
El país así se vistió de luto para despedir a alguien que solo dedicaba tiempo a escribir y publicar historias que desde ese momento, que desde hace más de 20 años ya cobraban interés. Ahora 30 años después la palabra narcotráfico ha llegado a tomar la misma fuerza mortal afectando a muchos periodistas en el país y en el mundo.
El oficio de periodista debe regirse bien por sus normas que lo amparen Así cómo cualquier empleo que debe ser protegido por las mismas autoridades que lo juran hacer por todos y para todo oficio. Son las normas y leyes las que sostienen y dan seguridad y para los empleados y empleadores de cualquier iniciativa. Tendrá sus problemas, obstáculos y riesgos pero no tan mortales cómo se da en países donde el tráfico de narcóticos es algo serio para la misma sociedad y muy especialmente para los comunicadores. Y no solo pasó aquí o en otros lugares cercanos a Paraguay, este es un problema que existe con más intensidad en países donde el narcotráfico se ha convertido en un cáncer cómo en México
Evitar el miedo paralizante
En ese país se ha dado un nuevo asesinato de un reportero, lo que suma los muchos anteriores. . Los ataques a la prensa han aumentado en México en un 85% en los tres años desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el poder. Un presidente que tiene mucho que hacer para responder bien para lo que su pueblo y oficios necesitan para alcanzar una paz y armonía que ayuden a continuar empleando su existencia para el bien de todos. AMLO había prometido en campaña en disminuir el número de víctimas del narcotráfico.
Antonio de la Cruz, de 47 años, fue baleado el miércoles cuando salía de su casa con su hija de 23 años, quien resultó también gravemente herida, según la fiscalía estatal y el diario que lo contrató. Estaba trabajando en una historia sobre el narcotráfico que fue dicen en ese país la causa de su muerte violenta.
Si no es posible controlar y regular su existencia al denunciarlo a las autoridades encargadas de actuar contra este tipo de tráfico al menos debe mostrarse compromiso inequívoco. Esto no solo amenaza la prensa mexicana sino también a la de otros países donde el narcotráfico ha sentado sus reales. La amenaza de la muerte no debe sembrar miedo que haga que los números trágicos del narcotráfico no se impongan sobre la ciudadanía.