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Asunción, un mártir urbanístico

Cristian Nielsen

Sobre pocas cosas se ha hablado tanto y formulado tantos proyectos como sobre el uso de los terrenos bajos e inundables de Asunción. Uno de los primeros intentos de crear algo parecido a lo que hoy conocemos como avenida costanera se produjo en la década de los ’60 del siglo pasado. No sé a qué grado de desarrollo habrá llegado la compañía convocada -que se llamaba Ian Fraser, según recuerdo- pero por un buen tiempo no se hablaba de otra cosa. Pero como tantas otras, la idea se desvaneció desde el mismo momento en que se intentó tocar a la Chacarita, mudarla, transformarla o cosa parecida. Cuando el barrio adquirió el estatus de moderador de la Universidad Católica y sus debates sobre el post estronismo en pleno estronismo, nadie consideraba saludable meterse con los chacariteños. Así que de costanera o franja costera la iniciativa perdió su agresividad para transformarse en muro defensa contra inundaciones, de las cuales la Chacarita siempre fue la parte más expuesta hasta que la ocupación de los bañados le quitó el primer escalón en el podio de los damnificados.

AUTOFINANCIABLE – En la revista Arquitectura, Ingeniería y Artes (AIA), el arquitecto Gonzalo Garay define el Plan Maestro Franja Costera como una solución “relativamente barata y fácil de ejecutar para los beneficios que tiene, ya que realizándose una costanera se originan desarrollos inmobiliarios e inversiones que son necesarios para la economía de la ciudad creando fuentes de empleo”.

Esta idea central tomó diversos caminos. Las consultorías y los planes brotaron como hongos, muchos de ellos contando con financiación de entidades como el BID, el Banco Mundial, la CAF, el PNUD, USAID y otras agencias gubernamentales, en especial de España, Japón, Corea y Taiwán. En suma: dinero disponible siempre hubo y los proyectos desbordan las estanterías de los archivos municipales. Lo que nunca terminó de modelarse fue una decisión política coherente y realizable. El choque de intereses y la cortedad de miras de intendentes y concejales ha ido postergando sine die la empresa de transformar terrenos inundables en áreas habitables y de potencial inmobiliario suficiente no sólo para autofinanciar las obras a emprender sino para añadir fondos a las arcas siempre famélicas de la Municipalidad de Asunción.

RESILIENCIA URBANA – Ante semejante incapacidad de gestión municipal, el Gobierno decidió meter la cuchara e ir adelante con las costaneras norte y sur, la primera ya terminada y la segunda en plena ejecución. La persistente modorra comunal siguió animando al Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones que en abril pasado reforzó su emprendimiento con la presentación de su “Proyecto de Resiliencia Urbana de la Franja Costera de Asunción y Plan de Participación de Partes Interesadas”, que si lo convertimos en sigla sería ininteligible e impronunciable. 

Esta idea es un libraco de 135 páginas y su puesta en práctica costaría US$ 105 millones empleables en toda clase de obras, emprendimientos y “apoyos comunitarios”. Incluye, por ejemplo, la entrega de subsidios no reembolsables en montos que irían de US$ 500 a US$ 5.000 (entre 3,5 y 34 millones de guaraníes) que se asignarían, relata el proyecto, mediante una convocatoria permanente de propuestas para la compra de bienes, servicios y equipos así como la contratación de obras civiles en pequeña escala. En la épica de la administración pública paraguaya, es fácil imaginar en qué terminaría semejante canilla libre de plata. Si alguien tiene la paciencia suficiente para tragarse el bibliorato, el proyecto está en la web oficial del MOPC.

LIQUIDACION DE ACTIVOS – Del otro lado del mostrador, la Municipalidad de Asunción está mostrando algo de movimiento. Parece que aterrizó en la Junta Municipal un proyecto de ordenanza para declarar al municipio en “emergencia pluvial” (¿?) que dejaría las manos libres a la intendencia para manejar fondos.

A ver. En agosto próximo, Asunción va a completar 485 años de existencia en estado de “emergencia pluvial”. Y ahora, lo que no se pudo, no se supo o no se quiso hacer en casi cinco siglos se pretende hacer en unos pocos meses. Lo grave es que para emprender obras que ya han sido diseñadas a mediados del siglo pasado se propone vender terrenos en lo que luce como una liquidación de patrimonio municipal, todo al tuntún, en estado de emergencia. Con elecciones internas partidarias a la vista, y generales a la vuelta de la esquina, la emergencia parece responder a otras necesidades, más pedestres y menos estructurales.

MARTIR URBANISTICO – Asunción es un verdadero mártir urbanístico. Entre administraciones municipales incompetentes y gobiernos centrales que inventan y reinventan planes para modificar esto o cambiar aquello, la ciudad sigue siendo una de las capitales continentales más atrasadas en infraestructura vial y sanitaria y en el tratamiento de los espacios públicos. 

Sumidos en sus miserias políticas y en su cortedad de miras, camadas enteras de políticos han sido y siguen siendo incapaces de abordar la gran mancha urbana capitalina como un todo y solucionar problemas comunes que se agravan con el paso de los años.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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