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Los puentes

Una gran amiga mencionó este concepto en una de las tantas videollamadas que habíamos tenido en plena pandemia. Me había dicho que en el proceso de cierre o inicio de una etapa, aparecen personas que son puentes. Algunas inesperadas, otras que ya estaban y unas cuantas que son temporales. Traté de entender a qué se refería, quería que me explicara su relevancia e impacto en nuestras vidas, sobre todo en esos ciclos que nos toca atravesar, pero que a veces nos dan ganas de evitar. Y así fue que expuso su teoría. 

Los puentes llegan en forma de amigas con quienes conversar. Esas que ayudan a apaciguar los enredos mentales y aplastar los pensamientos intrusivos. Pensamientos que nos juegan en contra, nos paralizan y no nos dejan avanzar. Son esas hermanas que se vuelven incondicionales, mujeres que inspiran, pero sobre todo son leales. Esos puentes donde sientes confort y paz, tranquilidad y sosiego. Porque no hay juicio de por medio, solo oídos que escuchan, miradas que reconfortan, risas que dibujan curvas y hacen que la nariz se arrugue de felicidad. 

Los puentes también llegan en forma de personas extrañas. Esas que no esperabas y que aparecen sin buscarlas, pero con quienes sientes una conexión única y genuina, ellas suavizan la hostilidad de estos tiempos y aligeran con abrazos y besos, la carga que estás viviendo. Son puentes que te hacen ver el otro lado de la moneda, donde hay un mundo de oportunidades y un sinfín de experiencias que te esperan. Te empujan a valorarte y ser más amable contigo mismo. Motivan y encienden, alientan y dan paz. Sacan un lado que desconocías, pero que resulta interesante, llamativo, diferente, atractivo. Vuelves a quererte, valorarte, a mirarte y caerte bien.

Los puentes también están en la familia nuclear o extendida. Personas que nos ayudan a distraernos y ocuparnos. Cuestionan con amor y preocupación, extienden una mano, ofrecen hogar y calor, comida y refugio. Dándonos otra perspectiva de la situación y juntos reunir cada pieza, cada parte. Son esos que no te sueltan la mano y sabes perfectamente que juntos podrán cruzar ese puente, porque no te imaginas haciéndolo con nadie más. Son padres y hermanos, abuelos, tíos y primos, con quienes compartes mucho más que la genética y la sangre. 

Como la semilla se quiebra para poder brotar en la tierra o la oruga deshace su cascarón para desplegar sus alas y convertirse en mariposa, es que nosotros también nos fracturamos un poco. Pero no nos rompemos, simplemente estamos renaciendo, no nos apagamos, estamos por salir del túnel y alcanzar la luz. Hay caminos que llevan a puentes peligrosos y es mejor evitarlos, pero otros que son seguros y confiables, algunos se quedarán, otros pasarán. Es pues, un viaje de ida en carretera y son ellos, los puentes con buenos cimientos, quienes llegan para estar a tu lado, haciendo del proceso más ligero y del trayecto un viaje inolvidable. Temporal o eterno, solo el tiempo lo dirá.

Jessica Fernández Bogado
Jessica Fernández Bogado
De un país pequeñito llamado Paraguay, viviendo en un país enorme llamado México. Hablo mucho y escribo más. TW & IG: @Jessiquilla

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