Los ataques contra seres humanos en los Estados Unidos continúan. Más de cinco muertos en el caso de un hospital en Oklahoma que se suman a los más de veinte muertos en una escuela en Texas y más de diez en un centro comercial de Buffalo.
Mientras tanto en Estados Unidos creen que es todo esto sigue siendo parte de la normalidad, en un país que ha colocado en un artículo de la Enmienda Constitucional, que “toda persona tiene derecho a acceder a un arma para defenderse”.
Se supone que eran otros tiempos, y que en el siglo XXI, esas cuestiones deberían ser relegadas a una organización de un cuadro policial que debería tener el monopolio de las armas, y no una población altamente inficionada con el acceso fácil a este tipo de arma destructiva que ha significado la muerte de más de 200.000 personas en los últimos años.
Estados Unidos necesita repensar por completo su política, y si hace falta cambiar su enmienda constitucional, debe hacerlo a pesar del lobby poderoso del National Rifle Association y los políticos que viven de los recursos económicos que se colocan.
No es sostenible un EE.UU. que siga siendo noticia por matanzas como la última que aconteció en Oklahoma.