El sistema financiero paraguayo ha encontrado una fórmula para eliminar el uso del cheque y de cargar con efectivo en el bolsillo, a través de la transferencia que podían realizarse de lunes a viernes a través del mecanismo de nominados SIPAP, que desarrolló el Banco Central con plata de los contribuyentes paraguayos, a un valor de US$10 millones y que ha movido en los últimos años un volumen superior al PIB.
Se ha vuelto un elemento cómodo aquello de “envíame dinero a mi cuenta tal”. También es un elemento que facilita notablemente el control de las operaciones extrañas que podrían detectarse cuando haya algún tipo de situación que así lo amerite.
Sin embargo, ahora las entidades financieras dicen “nosotros queremos cobrar un porcentaje por cada transacción que se hace, así como las empresas telefónicas que recargar un porcentaje por cada operación que se realiza a través de su plataforma”.
Los de Tigo o los de Personal podrían decir que lo hacen porque les ha costado desarrollar dicha tecnología que facilite el envío del recurso económico, pero en el caso del SIPAP, que ha sido desarrollado por el dinero de los contribuyentes, no es de recibo, y es absolutamente sin justificación que los bancos y financieras quieran cobrar por la transacción.
Es hora que el ciudadano también exprese con claridad su repudio a este deseo de lucrar, de ganar desconsideradamente con los recursos económicos a los sujetos que participan de las transacciones, y en eso las autoridades -y el Banco Central específicamente- tendría que tener una voz autorizada, clara y de repudio.