Las municipalidades, en la mayoría de los casos, se quejan porque no les pagan por la recolección de basura. Si tuviéramos que demandarles por cobrarnos por aseo frente a nuestras veredas también tendrían que devolvernos una gran cantidad. Una serie de ítems que se pagan en forma de impuestos anualmente no es cumplida por ninguno de nuestros municipios.
Podríamos también empezar a ejercer ciudadanía como lo hace la propia municipalidad, que les ha puesto una fecha límite, presionando a las entidades públicas -y ahora privadas- a ponerse a tono con las exigencias del pago por el retiro de basuras.
Claro, tienen un argumento de peso pero hay un famoso pensador francés que dijo, en términos económicos, que “la única manera de cambiar al Estado es matarlo de inanición”. Si todos los contribuyentes municipales dejaran de pagar sus tributos, el municipio estaría obligado a tener que escucharlos.
Así como se utiliza el sistema de la basura como una fórmula de presión, bien podría ser la cuestión del boicot a las municipalidades que no cumplen las tareas que debieran y que además nos cobran por dicho tipo de acciones que no se realizan.
Es el tiempo de la ciudadanía y de su rebeldía.