El gran elector que tiene entre 18 y 40 años es el gran ausente en los comicios paraguayos y son los que más sufren los efectos de la mala política. A ellos les afecta en el empleo, en la vivienda, en las oportunidades en democracia. Hay que volverlos partícipes entusiasmados y entusiasmantes.
La palabra política ya es una palabra aburrida cómo la economía para el joven que tiene la misma edad que lo conquistado en 1989 en un país que tuvo la mala experiencia bajo una contaminada y nefasta dictadura. Hoy la democracia tiene 33 años y se la nota hastiada y poco interesada en cambios.
Tuvimos formación primaria, secundaria y en algunos casos hasta universitaria. Somos la primera generación de paraguayos que alcanzó en números la mayor proporción de graduados universitarios pero podemos ser la primera generación que no supere a sus padres. Y eso es un problema serio. Nos comportamos cómo adolescentes que carecen o adolecen de madurez que es lo que no precisa la política además de conocimientos técnicos, experiencia y limpias actitudes que sean la plataforma sólida y pulcra para la población , el que se beneficia de una buena asistencia por los impuestos que este aporta al estado que debe ser honesto, justo y ordenado.
Motivarnos para cambiar
Para cumplir bien la etimología de política que es el encargarse de los asuntos de las ciudades hay que participar y entre ellos la mayoría de la población paraguaya: los jóvenes entre 18 a 40 años. No se limita el trabajo de hacer política a los políticos; parlamentarios, ministros, intendentes, gobernadores y quien trabaje en el estado sino del ciudadano que los elige. El poder real recae sobre el pueblo, el kratos maneja el demos.
Un demos joven que debe integrarse más en los verdaderos temas del país y salir más de las distracciones que no hacen otra cosa que asesinar el tiempo que puede ser usado para discutir, hablarse cara a cara o utilizar la tecnología para compartir menos tonterías y más ideas y temas de cómo hacer para usar nuestra juventud, fuerza y conocimiento para mejorar los espacios y las vidas de sus habitantes. Debemos acercarnos más y soñar juntos para evadirnos menos.
Soy un millennial y me ofende el navegar por la red y ver cómo la crítica negativa a mi generación es una frecuente en cualquier sitio, por lo que estas letras tienen cómo real intención provocar un reacción fuerte, efectiva y útil de los jóvenes que según la demografía ocupamos la población más grande del país.
Hay que construir alternativas reales de poder, levantar cabeza y seguir adelante nadando, corriendo o remando rumbo a los éxitos que en un futuro lo alcanzamos para todos los jóvenes, niños, adultos paraguayos. Los mismos que desean siempre verse viviendo en un lugar donde dejen de ser noticia los hechos de corrupción o abuso del poder en el estado que pertenece a todos. Y en donde los jóvenes no sean más viejos con corazón frío. Cómo es lo que nos toca vivir en este invierno.