Estamos traicionando el mandato constitucional de proteger la dignidad humana
Contrariamente a quienes cultivan el pesimismo y la onda negra, este 15 de mayo de 2022 hay cosas que celebrar además de los 211 años de vida independiente. Y muchos nuevos desafíos que enfrentar.
Tras un sinnúmero de avatares, hemos logrado estabilizar el sistema democrático de Gobierno, aceptando como una realidad que es el menos malo de todos.
Pero nos hemos estado durmiendo sobre los laureles ganados aquel 3 de febrero de 1989 dejando que la tasa promedio de pillos empotrados en el sistema haya ido en aumento.
La batalla que se nos presenta es comparable a la que libraron los padres fundadores contra la corona española. Se trata de que la República sea conducida por los mejores ciudadanos, hombres y mujeres tocados por la pasión de servirla privilegiando los valores de honestidad, capacidad y verdadera vocación democrática. Debemos desechar la idea cínica de que al sanctasanctórum del Estado se llega por cualquier medio, modelo preferido por filibusteros y oportunistas que hacen valer el poder del dinero y de la extorsión para apropiarse de todas las instancias de Gobierno.
Somos muy afectos a celebrar estos dos siglos largos de vida en libertad con flamear de banderas y acordes patrióticos. Pero tenemos la obligación de pensar si acaso no hemos reemplazado, por otro, ese orgulloso cetro que un día rompimos con un sonoro basta.
La libertad connlleva responsabilidades, y esa es una carga muy pesada de la que debemos hacernos cargo todos los habitantes de esta nación. Es para eso, y no para otra cosa, que adoptamos la democracia representativa, participativa y pluralista como forma de gobierno. Así nos definimos en la Constitución proclamando el compromiso irrenunciable de ser para siempre una nación libre e independiente.
Participar del gobierno de la República es una tarea de enorme importancia que últimamente no estamos tomando en serio. Hemos dejado que los partidos políticos sean vaciados institucionalmente y reemplazados por cacicazgos que se reparten en trozos el Estado. Estamos traicionando el mandato constitucional de que gobernar es un acto fundado en el reconocimiento de la dignidad humana.
Y a la vista de lo que le estamos haciendo a la Nación, se hace imperativo emprender una lucha por reivindicar la dignidad humana como eje central de la política en función de Gobierno.
Sería como la siguiente gran batalla por la independencia.
RESUMEN
Somos muy afectos a celebrar con flamear de banderas y acordes patrióticos estos dos siglos largos de vida independiente. Pero tenemos la obligación de pensar si acaso no hemos reemplazado por otro ese orgulloso cetro que un día rompimos con un sonoro basta. Todavía nos falta otra gran batalla por la independencia patria: la recuperación de la dignidad.
