Los mecanismos de control en el Paraguay siguen llegando muy tarde, cuando el daño patrimonial ya se hizo, y dejan sus secuelas profundas en un país pobre que no puede emprender las acciones urgentes y necesarias.
Eso acontece con la gobernación del Guairá y otras similares a lo largo y ancho de la República en donde los administradores son ahora detectados que usaron fondos y recursos para provecho propio o para asociaciones creadas con ese objetivo.
La Contraloría General de la República siempre llega muy tarde, cuando el daño ya se hizo; pasa lo mismo en el tema del IPS, que pretende gastar el valor de la construcción de un hospital de última generación sólo en guardias, cuando el robo se realiza fuera de los lugares en donde colocan a guardias que dicen ganar G. 15 millones por mes cuando en realidad sólo han recibido el salario mínimo.
El robo se hace en las oficinas, en las transacciones, en las licitaciones, en los restaurantes en donde no hay los guardias que se contratan ahora por más de G. 40 mil millones. Eso significa una cantidad enorme de recursos que no podríamos dejar de darnos el lujo de perder de forma reiterada y constante. Con esa plata, los usuario del sistema de la Previsional deberían ser tratados dignamente, como personas humanas y no como despojos- como se tratan en la actualidad- pero para eso los mecanismos de control deben funcionar desde el inicio y no de forma escandalosa para todos hacia el final.