La racionalidad parece haber vuelto en el Senado con el tema de no dar vía libre a la propuesta de Enrique Riera de castigar con penas más severas el cierre de calles y de puentes durante las manifestaciones.
Creemos que es un buen principio si se tomara en cuenta que a veces este tipo de manifestaciones de parte de algunos políticos, lo único que busca es posicionarse con los sectores a los que representan en ese momento.
Riera es un hombre cercano a los intereses más conservadores, de derecha del país, y debería estar buscando -nos imaginamos- alguna posibilidad de continuar en el Congreso, y aunque no haya salido su propuestas, terminó enviando el mensaje a sus proveedores de recursos diciendo “me he portado bien y he hecho lo que ustedes me pidieron que siempre hiciera; por lo tanto puedo continuar defendiendo vuestros intereses en el Congreso, si así lo deciden”.
Esa es la fórmula habitual de la política en democracia en cualquier parte del mundo y Paraguay no es una excepción. A veces, nosotros creemos que los antecedentes de la familia, o algunas cuestiones que haya hecho de carácter testimonial de esa persona, todavía tienen un rédito y crédito a cobrar.
En el caso de Enrique Riera, su paso por la Intendencia Municipal de Asunción y por el Legislativo ya han acumulado suficiente déficit y está en saldo rojo con la racionalidad, con la constitución, con las leyes y con la ciudadanía.