Más del 80% de las personas que viven en nuestras ciudades provienen del interior, de ahi que cualquier feriado largo significa el retorno a su valle para encontrarse con sus pariente cómo fue la reciente Semana Santa.
La palabra bucólico proviene del griego boukolikós (de boukólos, boyero) a través del latín bucolicus, y se refiere a relatos, poemas y expresiones artísticas que se inspiran en representación de la vida del campo y la naturaleza.
Es también la oportunidad de rescatar la comunidad a través de la comunicación con el diálogo como elemento central. La tecnología nos impide muchas veces volver a dilalogar con padres, tíos o abuelos porque aunque estemos en el bucólico interior nos distrae la pantalla de una teléfono con personas que se encuentran distantes que no pueden disfrutar del diálogo interpersonal con un ritmo de vida singularmente diferente a lo que le toca a uno en las agitadas urbes que nos toca vivir.
Podemos rescatar que la poesía tiene la capacidad de enviar potentes mensajes emocionales y activar la reflexión. Un género literario que a través de letras y palabras tiene el poder de elevar nuestra mente a dimensiones motivadoras más amplias. Antes se enseñaba retórica y declamación para ganar en seguridad a la hora de argumentas y y hablar.
Recuperar la palabra
Ahora que volvemos a activar nuestra agenda laboral, académica o lo que nos mantenga ocupados en las semanas la palabra debe volver a ser una manifestación humana que nos permita acercarnos y nutrirnos en la relación con los demás.
El campo que generosamente nos reciben y regalan la alegría y paz de sus verdes y frescas y limpias brisas de oxígeno es una buena excusa el volver a salir del espacio urbano para entrar en contacto con el diálogo que nos permite crecer en el otro. Lo bucólico puede ser el pretexto para retornar al diálogo huyendo de las evasiones que nada hacen nada para nuestro crecimiento personal y social.
