Las cuestiones referidas a las obras pluviales que necesitan nuestras ciudades solo aparecen en discusión cuando llueve, y cuando todo vuelve a la misma normalidad y a la misma explicación buscando culpables a esta circunstancia.
La capital de Paraguay, Asunción, culpa al Gobierno Central que no paga sus impuestos por varias instituciones que se encuentran establecidas en su territorio, y además no cumple con la ley de capitalidad. Los del Gobierno Central dicen al Municipio “¿Cómo les voy a dar más dinero si finalmente lo usan para aumentar el tamaño de la burocracia, no para hacer que ese recurso sea utilizado en provecho de cada uno de todos?”.
Esto nos lleva a la conclusión de que realmente no existe un interés y cada uno va buscando culpar al otro de una responsabilidad que tendría que ser asumida en forma particular.
Nuestros representantes en la Junta Municipal son aún peores; sacan argumentos para establecer el porqué tendría que disponerse de un predio municipal de la Costanera para una gasolinera y sacan argumentos traídos de los pelos, lo que demuestra que en realidad el interés colectivo y el cumplimiento de la norma municipal pasan por la cabeza de ninguno de ellos.
El grave problema que tenemos en Paraguay es que nuestros intendentes y concejales no nos representan y sólo lo hacen para provecho particulares.