De que la Fiscalía General del Estado necesita una urgente y amplia renovación, estamos todos de acuerdo en el Paraguay.
No sólo la cabeza anda mal, sino todo el cuerpo; y que lo diga la fiscala de Caacupé, que teniendo todos los elementos para desentrañar un lamentable accidente de tránsito en Piribebuy, comienza a complicarlo todo, al punto que cuando le reclaman sobre el cuerpo de la persona accidentada y muerta, ella dice “¿y qué querían que haga si ya estaba muerta?”. No hizo nada de lo que afirma el manual y menos aún lo que le dice la sensibilidad humana. Esta Fiscala debería ser apartada con urgencia, y todos los fiscales de la República, tener que pasar un examen de suficiencia; lo que tenemos ahora es una peligrosa muestra de cómo se manejan institucionalmente los órganos que son garantes del sentido de búsqueda de justicia.
No se puede entender, sino por la complicidad con el autor del accidente de tránsito, para comprender la manera en que la fiscal de Caacupé actuó. No sólo no hizo lo que debía desde el punto de vista jurídico y desde el punto de vista de su función como Fiscala, sino tampoco tuvo la mínima sensibilidad humana ante una tragedia que enluta a dos niños y que deja devastada -y con razón- a toda su familia.
Hay que recuperar a las instituciones democráticas en peligro de derrumbe absoluto y entre ellas con urgencia la Fiscalía.