Es indudable que la cuestión económica es central en la vida de cualquier persona y de cualquier país. Los últimos ajustes en materia de precios de combustibles, derivados del conflicto entre Ucrania y Rusia han tenido variables muy particulares en los últimos días.
Por un lado, un incremento que casi hizo superar la cifra histórica del 2008, pero por otro lado también, un descenso abrupto con posterioridad.
A la primera campanada, todos los precios se implementaron. y posteriormente, cuando bajaron, no hemos tenido todavía respuesta en torno a la buena nueva, de que los precios se han vuelto a estabilizar o están por debajo de lo que ya veníamos pagando.
El incremento de los precios ha sido brutal en el Paraguay, un país que tiene hidroenergía en grandes cantidades, pero que utiliza los derivados del petróleo para movilizar a sus vehículos y transportes de todo tipo de porte.
Lo que también se dice -y con razón- es que hay una especie de desconcierto en el manejo económico del Paraguay, y esto viene desde la cabeza, desde el propio Presidente de la República, pasando por el Ministerio de Hacienda, la Dirección de Tributaciones y Aduanas.
Son tiempos difíciles y complejos, en donde debe hablarse con mucha claridad, y con sinceridad de propósitos. Los sacrificados no deben ser los mismos de siempre. Hay muchos en la estructura pública del Estado que tienen una serie de privilegios que bien podrían ser cortados y que podrían enviar un sólido mensaje de que cuando nos aprietan las cosas, todos nos apretamos.