Las cuestiones educativas son siempre importantes y trascendentes. Si el mensaje que envía un Gobierno cuando nombra a un Ministro es, básicamente, qué es lo que pretende que se haga con ella, hacia ella vamos cuando nos referimos a la escasa capacidad que tenemos con la mano de obra empleable. A ella también nos referimos cuando los votantes eligen mal, cuando se dejan engañar, cuando venden su voto.
Cuando se elige a un Ministro de Educación, se está eligiendo un compromiso con ella de cara al futuro. La educación paraguaya está muy, pero muy mal; ya estaba en peores condiciones cuando se inició la pandemia y ahora es una situación catastrófica que pretende ser recuperada a partir de un hombre recientemente nombrado, Nicolás Zarate, de profesión ingeniero agrónomo, y que viene de una experiencia en el Ministerio de Agricultura que no alumbra senderos positivos en el camino.
Estará, de nuevo, puesto a prueba en un corto tiempo que le queda a este Gobierno. Mientras tanto, la educación seguirá siendo segundona y seguirá siendo una cuestión marginal, en donde cada sector pretende estar contento con algo que hace bastante tiempo funciona muy mal.