La suba del precio del combustible solo favorece a dos sectores, al Gobierno que recauda mucho más dinero a partir de ese incremento y también a las gasolineras, que tienen una cantidad extraordinaria de estaciones de servicios repartidas en todo el país a un costo operativo bastante alto que se enjuaga con estos incrementos, los grandes perdedores, todos nosotros, los que cuando cargamos combustible sostenemos esta pesada burocracia y esta costosa forma de organización privada de las gasolineras. Paraguay tiene mayor cantidad de estaciones de servicios que Chile, que nos triplica en población.
Algo anda muy mal en todo este negocio. Hay mucha gente que dice que a través de ese mecanismo se lavan activos; y por el otro lado, el Estado, que calladamente dice “cuando se incrementan los precios voy a seguir sosteniendo a los 380.000 empleados públicos, y voy a seguir pagando todavía la jubilación a los ex empleados del sector público.
Todo esto va en detrimento de una cuestión aritmética sencilla. Lo que hay que incrementar es cuando toque el momento de comprar. Las compañías no compran todos los días; compran con una variable de tiempo de un mes y medio, en ese momento habría que ver a qué precio se encuentran los combustibles, para anunciar o no una reducción en el precio del combustible.
Operación matemática simple, clara, esto no importa, lo que importa es sacarle dinero al contribuyente como sea, para seguir sosteniendo por un lado la pesada, costosa y corrupta burocracia estatal, y por el otro lado, la sospechosa cantidad de gasolineras existentes en el país.