Se van justificando todas las presunciones en torno a la financiación de la política paraguaya y especialmente la proveniente del narcotráfico. El hecho de que dos diputados estén ahora en la picota con otros colegas anteriores y otros más sobre los que se desconfiaba, y el enojo que produjo alguna vez entre los miembros de la Cámara Baja la aseveración de la Diputada Celeste Amarilla, quien dijo “el 80% de la cámara baja se encuentra financiado por el narcotráfico” llevó una suspensión bastante importante a la legisladora. Ahora los hechos le dan la razón y nos demuestra en el caso de Osorio y también el de otros similares que se encuentran en la misma rosca y que han venido repitiendo su presencia en la política no sólo a nivel personal, sino también familiar sostenido en el dinero sucio de la ilegalidad.
Sí sumáramos al hecho de que en el Paraguay se roban casi US$ 2000 millones anuales en licitaciones amañadas, en malgasto del sector público vamos entender de dónde sale la plata para financiar nuestros políticos mayoritariamente. Existen excepciones, pero la gran mayoría encuentran la corrupción la forma de financiar, de cargar el combustible a esta política -que no es nada sensible y no tiene porqué los temas de la gente- en cuestiones de salud, educación, por citar simplemente alguna de las áreas en donde tendrían que estar las preocupaciones y las ocupaciones corrientes de los políticos.
Mientras tanto sólo se disputan los favores o los negocios con el narcotráfico y otros delitos afines.