El libelo acusatorio contra Sandra Quiñones es más que elocuente de todo lo que ha venido haciendo daño el Ministerio Público desde que fuera nombrada hace casi cuatro años.
Cada uno de los hechos de corrupción que no fueron investigados, que tuvieron un tremendo daño patrimonial sobre cada uno de los paraguayos, los casos en los que -cuando hay actores políticos- sencillamente no se profundizó por qué se debía finezas a quien lo había nombrado en el cargo son elementos demostrativo eso de cuánto impacto puede llegar a tener una mala función en la tarea pública de administrar justicia en el país.
Es también acumulativo de todo aquello que se ha venido recordando a la fiscala general a lo largo de este tiempo que no estaba cumpliendo fielmente su labor y que ella sencillamente ignoró.
Ahora el libelo acusatorio de centenares de páginas recuerdan todo lo que no había hecho cuando de viaje o todo aquello que hizo mal cuando tendría que haber enderezado entuertos.
La gran reflexión de todo esto es que un daño enorme a la democracia como sistema político, al Estado de Derecho que también es otra de las definiciones de la democracia que se ha visto fuertemente afectado por el hecho de no haber tenido un ministerio público del lado de la gente, que no le tenga miedo a enfrentar los hechos de corrupción y que realmente tenga capacidad para sancionar incluso a aquellos políticos que le colocaron en el cargo.
Queda ahora ver si los diputados pueden conformar una mayoría de dos tercios para finalmente desalojar del cargo a Sandra Quiñones.