Doctor en Historia de la UCAB @Nahem_Vzla
Una de las noticias más relevantes de la semana pasada, aunque ya era más que esperada, fue la decisión de la Presidente de la Cámara de Representantes -la demócrata Nancy Pelosi- de elevar a la Cámara de Senadores el documento donde oficializan los dos cargos contra el Presidente Donald Trump, los cuales son: abuso de poder y obstrucción al Congreso. Con ello, el actual mandatario estadounidense entró a la triste lista de presidentes sometidos a juicio político, tales como Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998.
Vale acotar que la presidencia de Trump ha estado plagado de serias y constantes controversias que van desde el fallido intento también de juicio político por parte de los demócratas y la misma Nancy Pelossi por la denominada “trama rusa”, donde se investigó preliminarmente a Presidente Trump si recibió apoyo del presidente ruso Vladimir Putin para derrotar a la abanderada demócrata Hilary Clinton. Robert Muller Fiscal especial del caso, salvó a Trump. Pero meses más tarde, Trump volvió a estar inserto en una nueva crisis, el cierre administrativo del gobierno y que fue el más largo de la historia estadounidense (34 días). Finalmente, Pelosi y los demócratas encontraron una nueva beta, la llamada del Presidente Trump donde presuntamente condicionó una ayuda a su homólogo de Ucrania a cambio de investigar al hijo del Joe Baiden, exvicepresidente y actual precandidato presidencial por los demócratas.
Pero todo indica que el proceso terminará sin mayores espavientos en el Senado controlado por los republicanos, quienes han cerrado filas a favor del presidente, lo que deja en evidencia una fuerte polarización política entre demócratas y republicanos que como ya aseguran renombrados académicos estadounidenses como S. Levinsky y D. Ziblatt, están comenzando a erosionar la tradición e institucionalidad democrática, lo que podría abrir paso a nefastas consecuencias para la vida republicana estadounidense.
El segundo sismo, este si completamente sorpresivo, fue la inesperada renuncia del Primer Ministro ruso Dimitry Medvedev, durante los 7 años al frente del cargo estaba seriamente cuestionado y apenas contaba con un respaldo 36% según France24. Pero el fondo de dicha renuncia no es porque al gobierno de Putin le importe la opinión de los rusos, pues, conocemos el talante autoritario del gobierno de Putin y que Medvedev justamente ha sido uno de sus hombres más fieles.
La situación estriba en que Putin constitucionalmente está inhabilitado para presentarse como candidato presidencial de Rusia en el 2024, por ha propuesto una reforma constitucional. Reforma que seguramente conseguirá con o sin el respaldo popular, alargando así su inquilinato en el Kremlin.