Hace 33 años se fue el tirano Stroessner, pero ha dejado su herencia maldita entre nosotros que todavía cargamos como una pesada mochila en términos de país. La mediocridad, la prepotencia, la corrupción, todo eso es parte cotidiana de nuestra vida en el Paraguay democrático.
Hemos tenido ya una generación de paraguayos nacidos fuera del cautiverio, una experiencia inusual en nuestra vida política llena de dictaduras y tiranías de largo periodo con unas democracias muy pequeñas en prolongación temporal.
Esta es la primera vez que en Paraguay vivimos 33 años bajo democracia, que es un instrumento, no es un fin; el fin es la dignidad, la libertad, la capacidad de desarrollar al ser humano en toda su potencialidad. Todo eso no hemos hecho durante todo este tiempo de 33 años y en los 35 de Stroesner; estamos por alcanzar los 70 años de no haber hecho la tarea que debiéramos, hacer que el Paraguay de siete millones de habitantes sea un espacio donde cada paraguayo tenga la posibilidad de alcanzar, por lo menos, la dignidad debes ser sujeto de oportunidades. Eso es lo que nos ha faltado construir y esa es la gran tarea que tenemos cada uno de los paraguayos, hacer olvidar la tiranía Stroesner con un gobierno democrático que se reconcilie con la dignidad, la educación y fundamentalmente la honestidad.