El retorno a clases de manera presencial es uno de los grandes desafíos de este Gobierno para finales del mes de febrero. Lo que no se sabe es las condiciones con las que se encontrarán los niños cuando regresen.
Muchas de las escuelas no fueron reparadas y no fueron construidas durante todo el tiempo en que no estuvieron en aulas y que hubiera sido un precioso momento para repararlas por completo. Se han perdido también dos años en eso.
Sí en términos académicos de aprendizaje se perdió el 60% de todo el proceso, no queremos imaginarnos el daño -todavía mayor-. en la que se encuentran en muchas de nuestras escuelas en el país.
A esto hay que sumar lo el tema de la variante Ómicron y el alto nivel de contagio. La cantidad de niños vacunados no es suficiente como para demostrar que pudiéramos llegar al millón y medio de niños inoculados para el inicio de clases presenciales. También hay maestros que no quieren vacunarse y a los que se les va a pedir un hisopado cada quince días, qué veremos si se cumple.
En definitiva, llegamos de nuevo como estuvimos antes de la pandemia desnudos en materia educativa, con resultados muy pobres, con muchísima caridad no planificada que no se puede corregir sobre la marcha, y con un daño que todavía no hemos mesurado de manera correcta para entender de qué forma la educación nos va a pasar la factura en términos de no haber dado lo que debiéramos a los casi dos millones de niños y jóvenes.
