@lacostasoy
La noticia que nos sorprendió el fin de semana provino de la Ciudad de Pedro Juan Caballero. Apareció un túnel en la penitenciaría y escaparon 75 reclusos, todos ellos del Primer Comando Capital (PCC).
La ingeniería se apodero de los reclusos que sin levantar polvo han cavado su libertad a escalda de las autoridades penitenciarias. Tengo el derecho a sospechar que la corrupción colaboró para la construcción del un túnel que desnuda, una vez más, la complicidad, la ambición y la permanencia de un sistema que se fortalece y que nos demuestra que tan débil son los responsables de combatirlo.
Puede ser que el túnel es un ejemplo más que la libertad en la cárcel tiene un precio y que las autoridades también. Estoy seguro que la corrupción nos lleva por ese túnel donde nadie ve nada, donde el transitar se hace por lo que se toca, por lo que se vive y no por lo que se visualiza.
¿Es mejor andar con los ojos vendados, o a oscuras antes que desmantelar un sistema que seduce a unos pocos y nos caga al resto? Es parte de una realidad que se traduce en el día a día de lo que no vemos ni nos enteramos que ocurren detrás de los muros de la corrupción que encierran a delincuentes y a muchos que esperan sus condenas.
La maldita corrupción nos hace dudar del túnel como vía de escape y nos traslada a los portones abiertos para que sin tanto que decir, los presos puedan salir cómodamente siendo agradecidos por los “favores recibidos”. El cuento del túnel y la epidemia de la corrupción que nos afecta.