Es verdad, vivimos en un país muy inseguro y no hay una voluntad manifiesta de los organismos encargados de aumentar dicha seguridad o que estén trabajando en nuestros intereses.
El robo de más de US$ 200 mil del pago a jubilados en el IPS, donde aparentemente hubo una directa colusión de los policías, al punto en que le costó el cargo al Comisario de San Antonio es una muestra de que la policía anda por su cabeza y que toma las decisiones que les favorece personalmente en términos crematísticos a ellos y no tienen la seguridad de la gente como un eje central de su preocupación.
También, 3 personas fueron asesinadas en una estancia en San Estanislao; el sicariato continúa golpeando seriamente, y un desconcertado o un ministro que llegó al límite de su incompetencia -Giuzzio- sigue sin comprender la gravedad de estos hechos, cuando las aguas ya han superado la altura de su propia nariz.
Lo que estamos observando es que hay un ministerio del Interior sin capacidad de imponer ninguna línea sobre los policías que se han cruzado los brazos, o siguen participando -de forma directa o indirecta- con los hechos criminales.
Todo esto genera en la ciudadanía una circunstancia que puede entroncarse con la idea de una incapacidad de poder enfrentar un problema que es capital para entender el verdadero sentido de la democracia.