Sin duda una pandemia transforma cómo nos relacionamos, trabajamos, movemos y lucimos, el presente y pasado son para el futuro. Hoy ya no nos preocupa tanto si estamos vacunados, sino cómo o cuál será la vida de nuestros mayores. En un ensayo escrito por un invitado del periódico norteamericano “The New York Times” el título dice; ¿Hay vida pospandémica para quienes tenemos más de 80 años? Sí.
Sin duda el presente en pandemia para los mayores de 80 años ya es una pandemia en un país que no prevé soluciones para hacer la vida de nuestros abuelos, padres, tíos o familia en general más reconfortante porque que ya tienen problemas de salud que les hace difícil moverse, comunicarse y hasta pensar.
No hay duda que al ver o escuchar la noticia que están inmunizados, la alegría es común en familia, más no todo termina en el hoy para con ellos. Se dan casos de personas que superan los 80 años con facilidad, siendo fuente de experiencia, historia y lecciones de vida particular para todo aquel que tome su tiempo para compartir con ellos, para hablar y estimular su cerebro con preguntas fáciles cómo; ¿qué fecha es hoy?¿Qué has hecho ayer?, cual es tu plan para mañana? y así dejar que la conversación y terapia cognitiva natural cobre vida.
Más esperanzas de vida
Con el tiempo la esperanza o expectativa de vida se hace larga o corta dependiendo de cómo uno lo evalúe. Dicha esperanza de vida fue evolucionando, desde los 30 años en la edad media y así en 1930 las personas vivían en promedio 34 años; 40 años después en 1970 este indicador se ubicó en 61; en 2000 fue de 74 y en 2019 es de 75 años. Este año la esperanza de vida en las mujeres se sitúa en los 86,05 años y en los hombres, poco más de 81 años.
Todo esto implica tener mucho cuidado con la salud de nuestros mayores e insistir en su sabio consejo de prever para ganar, la vida con o sin pandemia. Esa es una demanda continúa lo que a su vez reclama cuidar la distancia entre nosotros, no hacerla con las personas de edad que tienen esa mirada contemplativa quizá pensando en su pasado y cómo afectó a su presente y que se debe ajustar para tener una mejor vida en el futuro. Requieren más tiempo y atención.
Que no se acortó sino prolongó y parece ser que continuará para las generaciones que seguimos con vida y debemos preocuparnos no solo de nuestros hijos sino también de los abuelos. Mientras haya vida, hay esperanzas y eso no solo merece ser repetido sino por sobre todo: vivido.