Doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello
Como será mi última columna del año, voy a dedicarla justamente a la crisis irresuelta de Venezuela, para lo cual haré una breve contextualización de rigor. Hugo Chávez, en 1998 resultó vencedor por su retórica de Constituyente, anti-corrupción, nacionalista y de exaltación de los pobres, en crudo un populista de izquierda radical que siempre escondió su verdadera agenda: el comunismo. Un comunismo evolucionado, que no llegó al Poder por la vía tradicional de las armas, sino utilizando el mismo sistema democrático para luego destruirlo, el proyecto de los Castro de Cuba.
En 1999, Chávez impuso su Constituyente de manera inconstitucional y cuyo producto fue la nueva Constitución de ese mismo año, liquidando así toda la estructura política-institucional vigente desde 1961. Gracias a ello, desarrolló un Poder Ejecutivo hipertrofiado que controla a su vez al Legislativo, Judicial y Tribunal Electoral más un fuerte adoctrinamiento marxista de las Fuerzas Armadas, apalancado en los altos ingresos petroleros.
Pero la época de las vacas gordas terminó, a lo que se sumó la inmensa corrupción del chavismo que defalcó brutal y rápidamente el erario nacional y aunado a la inseguridad jurídica, desalentó inversiones extranjeras y privadas producto de las expropiaciones, pronto el país quedó reducido a escombros y gobernado por a merced de un grupo criminal dedicado al tráfico internacional de drogas e ilegal explotación de oro, lo que les permite hacer poco efectivas las sanciones del Departamento del Tesoro de USA. Maduro sólo se sostiene con esos fondos sucios más la dupla Estatal Tribunal Superior de Justicia y las Fuerzas Armadas.
Esa situación, expulsó hoy a casi 5 millones de personas que se concentran fundamentalmente en Colombia, Ecuador y Perú. En 2018 Maduro decidió adelantar las elecciones, en un proceso carente de las garantías mínimas y donde la oposición no participó. Luego de su auto-reelección y tras su juramentación en enero, prácticamente todo el mundo occidental lo desconoció, lo que permitió que el Presidente del Parlamento Juan Guaidó conforme a la Constitución vigente y dada la usurpación de la Presidencia de la República por parte de Maduro, asumiera como Presidente Interino, con una única agenda: “cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. Infelizmente, Guiadó se embarcó en negociaciones con el régimen y escándalos de corrupción de las millonarias ayudas humanitarias, amén que no logró ninguna de sus tres metas. Hoy la situación está atascada y todo indica que Venezuela seguirá como la Cuba sudamericana.