Los argumentos que se sostienen para el uso de las máquinas electrónicas es que hay mucha gente que no sabe usarlas.
Sin embargo, esa razón no es un argumento de peso, ya que muchas de las operaciones y actividades se hacen desde una pantalla táctil en la mano. Esto es lo mismo, pero mucho más grande.
Con todo, deberían tomarse recaudos, como el de entrenar a una persona para que sepa con qué se va a encontrar el próximo domingo cuando se utilicen de forma masiva las urnas electrónicas. Eso también disipará muchas dudas que se daban cuando la única forma que se tenía de constatar por quien alguien había votado, eran las papeletas. Ahora, también habrá papeles que darán certeza al voto de cada uno, pero tendrá la información de forma mucho más rápida de lo que se tenía con anterioridad. Eso hace que los mecanismos de fraude durante los recuentos en las mesas sean mucho menores durante este tiempo.
Ojalá podamos aprender, durante este proceso, a hacerlo ya parte natural de nuestra manera de entender las cosas, y no tengamos que enfrentarnos de nuevo a esas series de versiones que dicen que las máquinas son muy fáciles de manipular, y por consiguiente de alterar la voluntad de la gente.
El domingo, también, es una cita con la tecnología, para ver si ella también puede formar parte de nuestra forma cotidiana de elegir a personas para cargos públicos.