El título se lee cómo algo imposible más no está lejos de la verdad ya que Julia Martinez Torales fue la primera paraguaya diputada por el PSOE en la Asamblea de Madrid. En este tiempo España es considerada para nosotros como la segunda en población migrante paraguaya en Europa, además de ser la de mayor crecimiento poblacional en ese país.
La compatriota Julia Martínez fue a España con una beca en la década de 1970, es del barrio Santo Domingo de Santísima Trinidad y en conversación con Radio Libre describió las similitudes entre España y Paraguay en términos políticos y fundamentalmente electorales.
A la pregunta de qué es lo que más importa para el elector en el momento de votar, la ex diputada responde que “se valora la honestidad y trayectoria del candidato, algo similar en lo que estira al votante por un partido en España cómo en Paraguay es el color de la bandera· y esto aunque aunque el candidato tenga pasado de corrupción y otras manchas que al elector muchas veces poco le importa”. La fidelidad partidaria es igual en ambos lados del océano.
Necesidad de reformas
La compatriota Julia Martínez fue a España con una beca en la década de 1970, es del barrio Santo Domingo de Santísima Trinidad. La madre patria alberga a un número aproximado de 80 mil compatriotas que fueron allá migrando en búsqueda de mejores oportunidades.
Están conectados al terruño y muchos de ellos votan y son elegidos por haber tomado la nacionalidad española o porque residen por un tiempo prolongado. Julia Martínez observa los mismos problemas que enfrentamos aquí como el hartazgo, la apatía y el desencanto especialmente entre los jóvenes lo que llevó a muchos países entre ellos España a caer en las garras del fascismo que generalmente nacen en las mismas condiciones de tener poco o nulo entusiasmo en la política y su impacto en la vida de todos.
Las cosas se parecen en mucho entre España y Paraguay muy especialmente en los altos costos de la burocracia política y lo desenganchados que se encuentran de los mandantes. La pandemia ha servido para dejar las lacras de un sistema político electoral que requiere cambios profundos pero para eso los políticos tienen que “cortarse la propia piel” y eso no les gusta ni les parece urgente hacerlo a pesar de los gritos frente a sus ventanas