El desarrollo del país indudablemente transita por caminos inciertos con sequías en nuestros cauces hídricos, que amenazan con incrementar varios productos en ese camino, entre ellos el combustible, que tiene un efecto multiplicador sobre la economía paraguaya.
Algunos todavía dicen que podemos terminar el año en mejores términos de los que se esperaban que acabara en el 2021, pero ciertamente, a la economía paraguaya le llevará un buen tiempo recuperarse de esta combinación de efectos adversos y con un Gobierno que no ha tenido la más pálida idea de como tener que enfrentar estos grandes momentos de nuestra historia.
No hemos visto para nada una reforma del Estado, no hemos tenido conciencia, a través de los informes, si la discusión de que tengamos un presupuesto general de gastos ajustada a la realidad, y que nos permita ese presupuesto realmente hacer, con los recursos que tenemos, un mejor país que el que padecemos.
Nadie habla de reducir el número de empleados públicos, nadie dice cómo podríamos evitar la sangría de US$ 2000 millones anuales que, según dice el Banco Interamericano, se roba en este país.
Todas estas cuestiones que tienen que ver con el desarrollo han quedado pospuestas por cuestiones de carácter electoralista, egoístas y codiciosas, o simplemente, corruptas.