Las vacunas han llegado en tiempos tardíos para nosotros, nos ha costado muchísimas víctimas por Covid-19 durante el mes de mayo y junio. Ahora estamos llegando a números casi cero. Dos personas fallecidas en los últimos días, nos demuestran que el impacto de las vacunas ha sido extraordinariamente notable, incluso, cuando estamos con menos de la mitad de la población inoculada.
Si hubiéramos hecho bien la tarea, hubiéramos estado en esta circunstancia mucho tiempo atrás. Deberíamos redoblar los esfuerzos para vacunar a todas las personas que carecen aún de una sola dosis y completar la segunda dosis para otros.
Para eso, los rusos deben cumplir con la compra que habíamos hecho del segundo de los componentes de la vacuna Sputnik, y ya se está hablando a nivel global de vacunar con una tercera dosis de refuerzo, para que el próximo año no tengamos que lamentarnos casos masivos de internación y números importantes de muertos.
Hemos tenido muchos meses con Covid-19, la inteligencia sanitaria tendría que haber aprendido muchísimo sobre todo esto. Las universidades tendrían que estar preparando y publicando materiales de difusión, de investigación, de análisis de lo que ha dejado esta experiencia con el Covid-19.
Necesitamos aplicar más conocimiento, y para eso necesitamos usar nuestras múltiples facultades de medicina públicas y privadas para hacer el trabajo que corresponde.
