Foto Ministerio Público
La pandemia ha traído un incremento de la criminalidad desde la más pequeña hasta las más grandes.
Cuando vemos que el propio Presidente de la República recibe de manos de la Fiscalía General una serie de documentos que le dan al Estado paraguayo la propiedad de terrenos y edificios de personas ligadas al narcotráfico que están siendo procesadas ahora en el Brasil, nos damos cuenta que el tema de la seguridad ha pasado incluso a ser un negocio para el propio Estado.
La inseguridad no es una razón de combate para evitar que una persona con esos antecedentes, como la familia Morínigo, que ha sido capturada, extraditada expulsada al Brasil, nos damos cuenta de que pareciera que el hecho de prever que personas de este calibre o de esta calaña ingresen al país no pasa a ser realmente una cuestión prioritaria, que lo que trasciende es cuánto le vamos a sacar al delincuente que ha venido a aposentarse nuestro país y que solamente podemos capturarlo cuando existe una intervención desde afuera.
Los robos bagatela varios. Los asaltos callejeros se han multiplicado en los últimos días. Casi nadie puede tener la certeza y la seguridad de que cuando salga de sus casas retorne a ellas.
Todos los días estamos viendo pequeños, grandes y graves asaltos a las personas que terminan incluso con la vida de muchas de ellas. La inseguridad nos ha desbordado por completo en el Paraguay y no parece ser ninguna prioridad en nadie, y menos aún en el gobierno en particular.
