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Hambre

Pruebas y estudios sobran para seguir indicando el hoyo en el que continuamos estando los seres humanos envueltos en pandemia y calentamiento global. Antes de la enfermedad del covid 19, ya teníamos pobreza, dolor, gente enferma y otras dificultades cómo la hambruna o la escasez generalizada de alimentos básicos que padece una población de forma intensa y prolongada. Y no se trata o trata solo de un continente sino este dilema se enfoca en varios países del mundo cómo en Paraguay donde según La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el marco del “Día mundial de la alimentación”, recordó que el 10,7% de la población padece de hambre superando el promedio de la región.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un promedio de 2.000/2.500 calorías al día para hombres y entre 1.500 y 2.000, para las mujeres.

Entre los resultados de estudios está lo relativo a nuestro país que dice que aun contando con recursos naturales que pueden servir para alimentarnos, decidimos exportar y hacer negocio con la comida que podemos consumir para alimentar cerdos y pollos en China con soja paraguaya. Estos a su vez son exportados a otros lugares del mundo para dar de comer a gente que puede gastar o invertir dinero en lo más básico e importante. Mientras más de 270 millones de nuevos hambrientos se han sumado a un mundo que desperdicia millones de comidas en países ricos.

Cambiar la ecuación
Debe nuestra alimentación para continuar con salud y vida en nuestro hogar o planeta ser bien alimentado para no seguir padeciendo hambre entre otros problemas que le dan origen cómo la sequía y los drásticos cambios climáticos.

Deberíamos emular a las abejas, que producen miel y cera para continuar viviendo usando de manera coordinada con la naturaleza sus recursos para vivir cómo el agua y el polen que a su vez no solo sostienen a su comunidad sino también generosamente comparten su producción con un grupo dentro de la cadena de seres vivos.

Nuestro país solo tiene 7 millones de habitantes y puede dar de comer con su producción granelera a 60 millones de seres humanos pero sin embargo 2 millones de compatriotas van todos los días a la cama sin haber cenado. Esta ecuación debe cambiar con una alianza global que ponga sobre la mesa todas las contradicciones de un planeta empobrecido en generosidad y gestos que lleven a políticas públicas que dejen atrás la hambruna y la falta de generación y distribución justa de los alimentos. Hoy vemos todos los días a mendigos en la calle por un quinientos’i para poder morder algo o con una criatura en sus brazos que llorando bajo el sol o la lluvia nos piden monedas para hacerse del pan que tenemos y no somos capaces de distribuir por falta de noción en creación y administración de nuestra comida.

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