Foto: NASA
Las condiciones climáticas del mundo han cambiado de manera severa en los últimos años y ya nos vienen advirtiendo desde políticos hasta científicos.
Los únicos que no han tomado en cuenta, cómo tendría que haber sido, son los gobernantes, quienes siguen creyendo que sacrificar el proceso acelerado de industrialización sería todavía mucho más gravoso para la economía, que enfrentar los costos que sugieren los grandes cambios climáticos a nivel global.
No les importa mucho la capa de ozono, menos el derretimiento de los glaciares en el Polo Norte y en el Polo Sur. Nada de eso parece demostrar que tendríamos que tomar medidas aún más drásticas que las que estamos tomando.
Ni hablar del componente energético. Hay una tímida reacción en ese campo con la producción de la llamada energía limpia, no la proveniente del componente fósil que está en camino, como el caso de la energía solar y eólica, que se abre paso en medio de unas grandes desconfianzas de los sectores económicos tradicionales que hacen lobby con los gobernantes para que nada cambie.
En varias otras ciudades del mundo están incluso restringiendo el acceso de vehículos en áreas que son cada vez más protegidas para el disfrute de la persona que vive en esos lugares.
Para eso también se ha hecho énfasis en la utilización de las bicicletas como medio de transporte y de generar espacios que no queden tan lejanas de las residencias hasta los lugares de trabajo.
La pandemia ha traído consigo también un cambio en el modelo de actividad, dejando a muchas personas en sus casas, haciendo el trabajo a distancia vía tecnología. Lo concreto y cierto es que debemos tomar razón y causa de estas circunstancias y obrar en consecuencia.
Mucho frío en Paraguay, mucho calor del hemisferio norte, incendios, sequías. El río Paraná está prácticamente seco y todavía no nos damos cuenta que debemos hacer algo rápido y pronto.
