La herencia de Trump todavía quedará por un largo tiempo y su discurso del odio, de la separación y de la división. Los norteamericanos todavía se preguntan cómo pudo haber legado alguien de esas características en un país altamente polarizado como es éste.
La cuestión está en construir opciones y alternativas, en integrar a sectores sociales marginados, como el caso de la población afroamericana y también, por qué no, los latinos.
El mensaje del odio ha cautivado a un sector que cree verse amenazado por estos grupos sociales que vienen luchando por mayores derechos desde hace mucho tiempo. La cuestión no va a ser simplemente de carácter jurídico. Pasará también por la educación, la capacidad de participación en los comicios y la preocupación por lo colectivo.
Si los grupos afectados no logran despertarse de la situación de inercia, es probable que el discurso del odio siga teniendo opciones y alternativas en otras personas que no sean el ex presidente Donald Trump