Foto fuente RTVE
Uno de los aspectos más miserables de las campañas políticas es el uso de las necesidades angustiosas de la gente para provecho electoral. El darle un medicamento, conseguirle una cama en un hospital o proveer de un cajón para enterrar a su muerto, nos muestra la manera miserable de hacer política que tiene que ser desterrada alguna vez.
Tendríamos que entender que la dignidad de la persona hace que aquella que tiene comprensión de su propia capacidad, no debe imponerla sobre el que menos condiciones tiene, de modo a que no lleve a disminuir aún más en su dimensión humana.
La falta de dignidad en el manejo de la cosa pública, remedios que no se encuentran disponibles para aquellos que lo necesitan y sí para aquellos que van a votar por un determinado candidato a cambio del favor que le hicieron de proveer dicho medicamento. Tenemos una larga tradición de casos de este tipo.
La ex presidenta del Partido Colorado y actual senadora, Lilian Samaniego, estuvo involucrada en una situación como esa cuando era empleada del IPS y hay varios otros casos en los que, frecuentemente, aparecen figuras de las regiones sanitarias del Ministerio de Salud coaligadas con los políticos, que son los que los colocaron en esos cargos y que lucran con la desgracia de la gente en tiempos electorales. Estos miserables no deben tener perdón.
