Foto agencia IP
Los exámenes, dicen algunos, no prueban realmente la verdadera capacidad de los alumnos. Esa es una explicación de las tantas que se dan acerca del proceso educativo en el que nunca hay verdades absolutas.
Ahora, cuando no ingresan los estudiantes de secundaria a las becas de Itaipú, se piensa de nuevo en sólo dos alternativas: una, bajar el listón que realmente se exige a menos para que el alumno pueda ingresar más fácilmente al programa de becas en la universidad. Ahí comienza el segundo de los argumentos en contra, si ya tuvieron que bajar el número para ingresar, van a tener notables impedimentos en el desarrollo universitario.
Hay que recordar que sólo el 10 % de los paraguayos que ingresan a la universidad concluyen la misma, el 90 % no lo hace. Algo grave está ocurriendo entre la formación primaria y secundaria con la universidad, y no se está hablando nada de eso.
No estamos haciendo las selecciones en base a criterios que sean adecuados a la preparación y formación del alumno. No estamos enganchando el vagón universitario a la locomotora educativa paraguaya en su conjunto, o simplemente estamos creyendo que la universidad puede terminar siendo la misma cosa que fue la educación primaria y secundaria.
Lo de Itaipú es una llamada de atención, volver a tomar un examen también es una muestra de capitulación a la mediocridad. El Paraguay alguna vez tiene que apostar a la excelencia educativa, a los altos rigores en la formación, de manera tal que los resultados también nos den ciudadanos más íntegros y rigurosos.