Doctor en Historia UCAB @Nahem_Vzla
La política es una actividad realmente muy costosa, no sólo porque implica que el mensaje de una figura llegue a la mayor cantidad de receptores-votantes, sino también el pago de los acuerdos con otros actores. Por otra parte, el tráfico de narcóticos es un negocio extremadamente lucrativo, pues, su enorme ganancia estriba en que los consumidores finales se concentran en las sociedades desarrolladas y a su vez en sectores de alta renta en un mercado cuyo consumo sigue ascendiendo. Es ese enorme y constante flujo de dinero hace que esa delgada línea que separa la política del crimen organizado, se borre, incurriendo en delitos como sobornos y lavados de activos. Vale acotar, que esta peste de la política no distingue orientación ideológica de izquierda o derecha.
Pero esta relación a oscuras entre la política y el crimen organizado no es nada nueva, tal vez, el caso más emblemático lo representó el entonces Presidente de Colombia por el Partido Liberal Ernesto Samper Pizani (1994 – 1998), quien prácticamente no gobernó, pues, apenas asumió estalló el escándalo de haber recibido fondos del Cartel de Cali para su campaña. Más recientemente, el mayor escándalo le corresponde al mandatario hondureño Juan Orlando Hernández, hoy requerido por la justicia estadounidense por presuntamente haber recibido un soborno de 1.000.000 $/US de El Chapo Guzmán.
A nuestro juicio los casos más alarmantes lo constituyen la Cuba de los Castros, la Venezuela de Chávez y luego Maduro y Bolivia de Morales, países que trascienden más allá del típico esquema de narco-política, llegando al narco-Estado, donde no sólo altos funcionarios públicos son a la vez cabecillas de una red criminal, sino que utilización todo el aparataje institucional y Estatal para realización de operaciones ilícitas. Otros ejemplos recientes de políticos posiblemente reñidos con la ley y la ética, se encuentra el caso del expresidente Horacio Cartes que según autoridades brasileñas y así lo reseño la BBC está presuntamente vinculado “con una gigantesca red de lavado de dinero”, o el caso del Primer Ministro Benjamín Natanyahu imputado por la Fiscalía de su israelí por “fraude, abuso de confianza y cohecho”.
Al parecer ningún país, ninguna ideología escapa de la poderosa tentación del dinero cuando se está a las puertas o ejerciendo el Poder, por ende, el gran desafío de las sociedades de hoy es construir mecanismos eficaces y eficientes que castiguen severamente esta tendencia delictiva antes que degeneren en narco-Estados.