Todos los días nos llenamos la boca de la importancia que tienen los maestros en cualquier pueblo, pero sin embargo, en la obra práctica de hacer que esa alabanza se transforme en una acción concreta y efectiva para que vivan mejor, tengan mejores condiciones para trabajar, se les seleccione mejor y se les promueva también en iguales circunstancia, están muy lejos de ser alcanzadas.
Tenemos una masa docente que se jubila muy temprano en el país, que ingresó fundamentalmente motivado por la posibilidad de encontrar un empleo seguro a los pocos años de la formación, desmoralizados, desmotivados, con sindicatos al igual que la estructura administrativa del Ministerio de Educación, que solo creen que encontrando un 16% de incremento y parando el país las cosas van a cambiar, no miran el todo, el conjunto que hace a la vida de un maestro.
Si socialmente no cambiamos el punto de vista hacia ellos y creemos que todo lo hacen por sacrificio y que es un apostolado, tampoco las cosas van a cambiar. Deben tener un reconocimiento social, acompañado de un salario digno de unas tareas de promoción y selección acordes a los tiempos que vivimos.
66% de la riqueza de un pueblo está alojada en el conocimiento que pudo haber obtenido por maestros eficientes. Eso no acontece en nuestro país, y por eso nos lamentamos con las terribles situaciones del subdesarrollo en las que estamos. En el día del maestro ha que pensar, pasar de la simple cuestión de la mención de su apostolado a una acción efectiva que recupere la dignidad y la calidad de la educación en las aulas.
