Cada vez que pasa más el tiempo y se acerca el final del mandato de Abdo, el capricho de un bitongo es más evidente que en cualquiera de los casos. Eso se ha mostrado de nuevo en esta circunstancia en la que el Congreso aprobó la utilización de US$ 150 millones aproximadamente de los fondos socioambientales de las hidroeléctricas Itaipú y hacer dieta para las cuestiones sanitarias.
El presidente aún no promulga la Ley, está dándole largas como para decir “no ha salido de mi cabeza, ha salido la de ustedes y no les voy a dar el gusto de que puedan haber derrotado a la mayoría colorada que yo represento”.
Le queda la otra opción, vetar la norma y que se devuelva de nuevo al Congreso con un costo todavía mucho mayor políticamente sobre su debilitado Gobierno y su empobrecida figura presidencial.
Abdo no tiene que dar muchas vueltas a este tema, tiene que aprobar la norma, tiene que hacer posible que inclusive esos fondos inmediatamente estén destinados para ese propósito. Darle vueltas al asunto significa sólo sumar el número de personas muertas y también las que van a padecer circunstancias más graves como consecuencia del Covid-19.
En este momento, con la no promulgación de la norma, el presidente Abdo se ha vuelto cómplice de la parca, de la muerte y va en contra de los intereses del país en su conjunto.