El Paraguay no ha hecho la tarea desde el lado público, no se preparó al país para enfrentar las circunstancias. Entre la corrupción, ineficacia, la falta de autoridad y sobre todo la pérdida de legitimidad de este gobierno que, ya no tiene autoridad moral para decirle a nadie que se resguarden en sus casas, tenemos al parecer un solo camino: la colisión.
Y como en los casos graves de emergencia en los aviones ante una caída inminente, solo se grita que la tripulación se ajuste los cinturones para evitar que los golpes sean tan fuerte o inclusive demoledor.
Paraguay va camino a eso, una colisión. Lamentablemente no hemos tenido ni gente sensible, ni gobiernos capaces, ni tampoco una sociedad disciplinada que pueda entender la gravedad de estos sucesos.
Una conjunción perfecta para lo que se denomina una tormenta de iguales características. El Paraguay necesita encontrar una redención completa de sus capacidades y de sus administraciones, los que tenemos son meramente vanidosos, codiciosos, egoístas y orgullosamente torpes, llevan a la población al matadero.
Es momento de aprender, paraguayos, de entender que debe haber gente más diligente y capaz que la que tenemos, no puede ser tan mediocre la política que nos lleve al matadero