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Por qué Biden está en la Casa Blanca

Lo explicamos hace cuatro años en el libro “El fenómeno Trump”: Trump no sabe perder. Pero más allá de su compleja personalidad y su particular estilo de liderazgo, que analizamos en el mencionado libro, lo que me parece más relevante destacar hoy es por qué Biden tomó posesión de la Casa Blanca ayer, cuando hace apenas un año no tenía ninguna posibilidad de lograrlo. Ni siquiera creían en él los demócratas que le aplaudían ayer con fervor durante la toma de posesión como Presidente.

Hace un año, Trump volaba en las encuestas, a pesar de que el crecimiento logrado en el corto plazo era modesto, lejos de la promesa realizada en campaña Make America Great Again! La gestión, las medidas del polémico Presidente, por mucho que no gustaran al establishment mediático de izquierdas, había logrado frutos innegables: la economía del país se estaba recuperando, el país crecía por encima de Europa y de gran parte del mundo, el dólar se había fortalecido respecto al euro, se estaba creando empleo con cifras récord en algunos meses, incluso en política internacional la Administración Trump había conseguido acuerdos diplomáticos en Medio Oriente de indudable mérito, logros que también intentó el aclamado Barack Obama pero que no consiguió.

¿Por qué perdió Trump la reelección? En otros foros con más espacio se puede profundizar en la respuesta: Trump perdió por la pandemia del COVID-19 y concretamente por la gestión que hizo de ella. Como decimos en el mencionado libro, Trump no tiene problema en negar toda realidad que no le gusta y considera legítimo lanzar un mensaje positivo – incluso contra toda evidencia – porque el optimismo es un condimento fundamental del éxito. Una concepción desequilibrada del necesario optimismo que hay que tener en la vida, y especialmente para enfrentar los problemas que ella nos presenta, unido a la arrogancia que le caracteriza, que le impide escuchar a quien le puede dar buenos consejos, llevó a Trump a una derrota que tardará en digerir y a una pérdida de credibilidad que empaña las cosas buenas que hizo. No sé si aprenderá la lección a estas alturas de la vida, pero es un aviso a navegantes de la política americana el fenómeno Trump. Negar la realidad durante los primeros meses de la pandemia fue un órdago muy grande al pueblo americano y lo perdió: 250.000 muertos había el día de las elecciones cuando Trump había corregido las estimaciones de la Casa Blanca afirmando que habría entre 50.000 y 60.000 fallecidos.

Nadie mentalmente sano puede culpar a Trump de la crisis económica que la pandemia del COVID-19 ha generado. Pero sí de no haber sido un buen líder ante la pandemia.

Perdió la reelección por muy poco y considero que este hecho se debe sobre todo a que cruzó la línea roja de la verdad -los hechos- en algo demasiado grave –la vida humana de inocentes que habían confiado en su liderazgo y en su palabra. Una parte importante del pueblo americano perdona que te alejes de la verdad con hipérboles propias del espectáculo, que exageran al máximo los hechos, como, por ejemplo, que todo el establishment político son unos corruptos o que los periodistas están vendidos el poder y a las lobbies de Washington. Pero difícilmente te perdonará que te alejes de la verdad y esto suponga en pocos meses 200.000 muertos. ¿Qué adjetivos hubiera utilizado Trump si el protagonista de esta historia hubiera sido otro? Si fuera humilde, se los aplicaría así mismos por coherencia o, mejor aún, se comprometería a cambiar y ser un mejor líder.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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