Comentario 3×3
El arancel cero a las universidades públicas como resultado de la pandemia lleva una serie de interrogantes en torno a su aplicación. Los estudiantes que forzaron estas circunstancias afirman que originalmente la universidad pública era gratuita y posteriormente, debido a problemas presupuestarios, tuvo que cobrar en varias formas un arancel determinado.
Ahora se ha puesto como esquema de que aquellos que provienen de colegios o escuelas privadas, cuyos padres pagaron una cantidad importante o pequeña para su educación, no tendrían que ser sujetos de esta norma, a no ser que puedan aducir que cayeron en la pobreza o que realmente no tienen la forma de enfrentar con recursos propios el pago en la universidad pública.
Hay otros que dicen también que no tendrían que ser sancionados aquellos que se pasan años no pudiendo pasar del primero al segundo curso o del segundo al tercero, y se convierten en veteranos estudiantes de nuestras universidades con un alto costo para cada uno de los contribuyentes que pagan la presencia de ellos en nuestras universidades públicas.
Las universidades de este tipo están solventadas con los impuestos de millones de paraguayos que nunca fueron a la universidad, que nunca pueden ni pensar que sus hijos o nietos pudieran acercarse a alguna de ellas.
Tendríamos que también ver la consideración que esto supone y decirle que hay un contrato de derechos y de deberes, y entre los deberes está el de ser un estudiante apropiado a la demanda de la universidad y del país pobre que somos, porque si seguimos financiando simplemente de forma gratuita todo lo público, obligatoriamente los impuestos van a subir y las cargas tributarias también para aquellos que, reitero, nunca tendrán la oportunidad ni de soñar en ingresar a una universidad.
