Comentario 3×3
La democracia no sólo es el menos malo de todos los sistemas políticos, como afirmaba Churchill, es uno de los más débiles debido a la complejidad de su manejo y a la necesidad que tiene de poseer liderazgos sólidos y comprometidos con la institucionalidad. Lo que aconteció en Estados Unidos con el asalto al Congreso es una muestra de que nadie debe dar por sentado que el sistema está completamente consolidado nunca.
Una turba que obedecía al presidente Donald Trump, quien se resistía a reconocer el triunfo de Biden, terminó por humillar gravemente a su democracia con ese asalto que incluso podría haber terminado en unas circunstancias todavía peores.
Ha sido, para muchos, también una llamada de atención en torno a los altos niveles de desinformación, manipulación y mentira que han sido la característica del gobierno de Trump durante estos cuatro años sobre los que se sostuvo para polarizar el país y gobernar desde esa perspectiva.
Simplemente ha cosechado lo que ha sembrado. Si la expresión popular dice que si siembras tempestades, lo único que podrás recoger son sus resultados desastrosos entre todos.
Trump pasará a la historia de los Estados Unidos como uno de los más nefastos presidentes a lo largo de su historia que se inició en el siglo XVIII y que ha significado para muchos un modelo de democracia liberal.
Lo que aconteció en el Congreso lo acerca mucho más a una república bananera de la que siempre encontraron argumentos y razones ciertas para afirmar que eran las características de naciones centroamericanas o latinoamericanas en particular. Lo que pasó en Estados Unidos es “nunca demos por sentado que la democracia es un sistema político firme ni consolidado”.