Comentario 3×3
Las cuestiones que tienen que ver con los negocios del Estado, siempre están teñidos de cuántos intereses o comisiones les va a tocar a cada uno de los que se encuentran envueltos en este tipo de actividades.
El Estado paraguayo compra y contrata tanto bienes como servicios por casi US$ 6.000 millones anuales, con que sólo aplicar del 10 % de las comisiones y las coimas estaríamos hablando de una cifra cercana a US$ 600 millones.
Si el costo de una campaña política es de US$ 10 millones, indudablemente no hay nada que pague mejor como alcanzar el poder del Paraguay debido a la cantidad de negocios que trae consigo en sus diferentes estamentos.
El Paraguay ha pasado normas de transparencia, de control, de activos, pero nada de eso en la práctica ha disuadido el comportamiento de nuestros administradores públicos.
Todos llegan a los cargos y todos los días están pensando, cuando se trata de conceder una licitación, sobre el porcentaje que les quedará como resultado del negocio.
Nadie piensa en términos de cuánto servicio brindará a la comunidad, ni cuánto repercutirá en ahorros o en ventajas para el dinero público, para todos los contribuyentes.
El servicio público paraguayo está teñido de egoísmos y de codicia desmesurada que domina gran parte del accionar de los mismos, y esto si no cambia, las cosas continuarán igual que hasta ahora, con una alta dosis de corrupción en todos los negocios públicos.