Comentario 3×3
Sobre las cuestiones en materia de administración del país la reforma del Estado quiso inscribirse en la misma sintonía en la situación que pasaba la gente en su conjunto y dijeron que estaban detrás de una reforma del Estado, Benigno López, en ese momento ministro de Hacienda y Hugo Velásquez, vicepresidente de la República.
Finalmente, después de unos cinco meses de un par de fotografías, presentaron una pequeña carpetita al presidente de la Cámara de Diputados que debe estar ya hace bastante tiempo en el vertedero de Cateura.
Nadie recogió dicha propuesta. Nadie trabajó. A nadie le interesa reformar este Estado. Mientras se siga cobrando a fin de mes, el funcionariado seguirá siendo fiel al partido que le nombró para dicha tarea, no tiene ninguna lealtad hacia sus verdaderos mandantes, que somos los ciudadanos pagadores de impuestos de dónde salen los recursos para pagarles el salario.
Nada de lo que se dijo que sería reformarme se ha hecho. No ha habido un cambio en la compra de bienes y servicios del Estado. No ha habido una adecuación de los salarios a las responsabilidades de cada uno de los 350 mil empleados.
En concreto, la reforma del Estado sigue siendo una entelequia, una utopía, una manera distante de entender lo que podríamos calificar como el pora moderno de la mitología política paraguaya. Algo que no puede graficarse, pero que nos perjudica, nos asusta y nos empobrece a todos.